Un salón masculino singular
Para que no se diga que esto de la decoración es un asunto femenino, hoy abrimos nuestra web con un salón muy pero que muy masculino. Como dice nuestro lema, la decoración es pura y tuya y solo se trata de que interiorices tus gustos y cultives tus obsesiones más secretas para ponerte a trabajar después y lograr rodearte de un espacio con el que te identifiques plenamente. En este caso, doy fe de que su dueño se lo ha trabajado duramente, aunque ha contado con el asesoramiento de profesionales bien entrenados.
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Nuestro hombre tomó decisiones arriesgadas, como pintar las paredes de color gris verdoso profundo pero que al estar en un ático lo aguanta muy bien y produce un efecto de calidez muy agradable. Otra decisión interesante fue colocar persianas de lamas de madera grisácea de Gradulux en lugar de estores o visillos, se integran mejor en el espacio y permiten un control de la luminosidad muy necesaria en un ático con exceso de luz como éste. Para el suelo, se eligió una tarima de roble cepillado en su color natural, acabado que está presente después en otros muebles como en los módulos colgantes frente al sofá para todo el equipo de audio y TV que va cableado por dentro.
Para el sofá, de líneas rectas y en un formato XL (mide nada más y nada menos que 3 m) se eligió un terciopelo de color Greig, (ni gris ni beige, eso dice Armani), entonado con la alfombra de lana de pelo corto que remata sin más complicaciones la zona de estar. La mesa de centro es un diseño a medida de El Baúl, realizada en chapa de roble también natural bajo la que se recogen los dos pufs que fucionan como asientos auxiliares o extensiones de la mesa cuando es necesario. Al fondo encontramos el comedor, nada altisonante, con una mesa sobria con tapa de roble natural y patas de forja también diseñadas por el Baúl. La acompañan sillas tapizadas con estructura también de roble. Como iluminación, dos pantallas de tela cilindricas gemelas. En la zona de salida a la terraza, el dueño –nuestro hombre– consiguió realizar un largo sueño y se compró su butaca de lectura, la Lounge Chair de Charles&Ray Eames.
Entre la zona de estar y el comedor, el dueño se instaló su zona de trabajo, muy liviana y transparente. Una mesa de cristal con caballetes de acero, una silla de aluminio cepillado, un diseño tan versátil que funciona igual de bien en el salón que en la mesa de la cocina, (los chicos tienen este espíritu práctico) y una lámpara de trabajo tipo flexo también de aluminio pulido que no mancha en exceso. Tras ella, un mueble con cajones mandado a hacer a medida a un carpintero y algunos de cuyos cajones son cajas de cartón.
El pilar que separa el recibidor del salón y que se revistió de madera de roble, esconde en su trasera una práctica librería que da servicio a esta zona de trabajo.
Junto a la zona de estar, una librería cerrada con puertas de cristal. Su estructura es de madera lacada en negro y el interior está tapizado de papel japonés. Como la mayoría de los muebles de este apartamento, es un diseño del equipo de El Baúl. Y presidiendo la entrada, utilizando el pilar revestido de madera como fondo, una escultura de piedra caliza comprada en un viaje a la isla de Pascua. Lo que demuestra otro de nuestros argumentos, que en decoración ya no hay fronteras ni nacionalidades, puedes traerte el objeto más raro del otro extremo del mundo. Fotos: Decoratrix.
